Claves para definir (y alcanzar) las metas de Año Nuevo sin agobio ni frustración (Diario Mendoza Online)

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Claves para definir (y alcanzar) las metas de Año Nuevo sin agobio ni frustración

Cada año se repite la historia: las agendas se llenan en diciembre de compromisos y tareas que uno se propuso realizar “antes de fin de año”. El 31 de diciembre se impone como un límite que agobia y en muchos casos genera frustración. ¿Qué tener en cuenta para cambiar la historia?

¿Qué nos obliga a hacer todo antes del 31 de diciembre?”, se pregunta Ale Marcote, coach ejecutiva y organizacional. creadora de Aprender del Error y autora de “Cómo transformar el síndrome del impostor en tu aliado” y de «20 preguntas, infinitos aprendizajes«, pensado especialmente para hacer una revisión de ciclos que finalizan y comienzan. Enseguida, desarrolla qué hay detrás de esa pregunta: “Es bueno reflexionar qué es lo que queremos hacer, qué es lo que necesitamos hacer y qué puede quedar para el año que viene o qué es lo que elegimos no hacer. Es decir, que tomemos conciencia de por qué hacemos cosas”.

May Groppo, por su parte, comenta que “tal vez usamos el año calendario como un marco de referencia y como todo marco nos permite comparar y contrastar. Nuestra lógica sabe que nada va a cambiar del 31 al 1ro de enero y sin embargo, diciembre y enero nos ponen en modo reflexivo sobre lo que pasó, no pasó, podría haber pasado”. Es coach, creó Bitácora Vuelta al Sol Somos Universos, y suele trabajar este tema de cierre e inicio de ciclos en dos de sus talleres: Cosecha -que es “una invitación a pausar por unas horas y revisar todo lo que sucedió y cómo nos vivimos el último tiempo”- y Siembra -”para conectar con lo que importa, para recalibrar y diseñar cada vez más tu vida”-.

REVISAR LO VIVIDO, AYUDA A PLANIFICAR CON MÁS REALISMO LO QUE VENDRÁ. 

Ambas coinciden en apuntar una realidad conocida por todos: el 31 de diciembre funciona como una especie de deadline y antes de que den las 12 hay que terminarlo todo. “Opera una convención externa y pareciera que hay que terminar antes de ese momento todo lo pendiente como si después, la primera quincena de enero, hubiera algo diferente”, señala Marcote e insiste: “Por eso es importante detectar qué es importante para cada uno de nosotros”.

Tanto Groppo como Marcote coinciden en que el fin de año y el inicio de un Año Nuevo son momentos de balance. Reconocen que hay quienes reservan para esta tarea el día de su cumpleaños o alguna otra fecha clave. Cada una con su estilo, proponen caminos para que el balance sea un momento de recuperar lo vivido que brinde claves para avanzar.

Hacer a fin de año una retrospectiva con mirada al futuro

En muchos casos, esta presión por terminarlo todo y alcanzar todas las metas de Año Nuevoen unos pocos días acaba convirtiéndose en frustración. “Podemos mirar nuestro año o ciclo con una mirada de aprendiz más que de juez que dice: ‘cómo no pude hacer todo o que me había propuesto hacer’”, comenta Marcote consciente del peso que puede tener no haber logrado todo lo que uno se propuso (aun cuando esta lista de tareas haya sido excesiva).

 

«Creíamos que íbamos a tener mucho más tiempo del que tuvimos. Ajustamos nuestra agenda sin tener ningún espacio libre por cualquier contingencia que pudiera suceder», dice Ale Marcote

Propone como herramienta clave hacer una retrospectiva. “Es una herramienta muy útil, consiste en ver qué pasó en este tiempo, qué es lo que creía que iba a hacer, qué hice, qué logré, qué planes tuve y se frustraron, qué situaciones inesperadas aparecieron… Entender qué pasó para sacar los aprendizajes para el ciclo que viene”.

Según la experta, esto “baja la emocionalidad de que todo debería haber sido como yo creía que iba a ser o como planifiqué y nos muestra qué ocurrió”. Reconoce que la frustración suele ser consecuencia de las expectativas y, en este sentido, apunta que algo que suele evidenciarse al revisar el ciclo es que “dimensionamos mal nuestro tiempo. Creíamos que íbamos a tener mucho más tiempo del que tuvimos. Nos comprometimos con muchas más cosas de las que podíamos hacer realmente. Ajustamos nuestra agenda sin tener ningún espacio libre por cualquier contingencia que pudiera suceder”.

REVISAR EL CICLO QUE TERMINA CON LAS PREGUNTAS INDICADAS, PUEDE SER LA CLAVE PARA PLANIFICAR EL AÑO NUEVO

Señala que la retrospectiva implica “mirar hacia atrás no para apegarnos sino para ir hacia adelante y ser más flexibles el año que viene”. Y propone una serie de preguntas -incluidas en su libro “20 preguntas, infinitos aprendizajes” que pueden guiar la retrospectiva de fin de año:

  • ¿Qué hubiéramos necesitado decir y no dijimos dándole prioridad a pedidos de otras personas y no a lo que nos habíamos propuesto?
  • ¿Pedimos ayuda o no cuando necesitábamos hacerlo? Muchas veces la frustración viene de darnos cuenta de que hicimos mucho más de lo que podíamos hacer y terminamos agobiados porque no nos animamos a pedir ayuda, por necesitar mostrar que podemos hacer todo solos.
  • ¿Qué dificultades que tuvimos? ¿Qué cosas no sucedieron cómo yo esperaba, incluso los planes que se truncaron que puedo aprender de cómo planifiqué esa situación? ¿Cómo atravesé eso, qué habilidades y fortalezas puedo darme cuenta de que tengo a partir de cómo reacciones y actué en esas situaciones?
  • ¿Qué tanto nos hemos perdonado y nos estamos perdonando? Muchas veces en los balances no nos podemos perdonar no haber actuado de determinada manera, cuando no nos perdonamos acabamos esclavizados a eso de mirar hacia atrás y no poder aceptar lo que ocurrió.

En la misma línea, sugiere concentrarse más en el propósito que en la tarea concreta a la hora de ponerse metas de Año Nuevo. Señala dos aspectos que son fundamentales: registrar la emoción que genera ese propósito -ya que si es tristeza, enojo o agobio, difícilmente pueda concretarse en el ciclo que comienza- y calendarizar las tareas.

¿Qué significa esto? Si el propósito es llevar una vida más saludable, tal vez una meta sea ir tres veces al gimnasio. Si el este lugar queda lejos e ir ya implica un tiempo y trabajo que agobia, difícilmente pueda cumplir con esa meta. Y entonces conviene buscar alternativas para volver más realizable ese objetivo. Asimismo, al calendarizarlo se le da un lugar un la agenda y eso le da un tiempo, evita que uno se “engañe” con más metas que las que pueda tener y al mismo tiempo ubica las prioridades. “La clave es ser sinceros con nosotros mismos, es decir, pensar en cómo vamos a llevar a cabo esto”, concluye Marcote.

El Año Nuevo como un tiempo de siembra

“Lo primero que aclaro es que no mezclo cerrar con abrir”, afirma Groppo y detalla que “primero hago el cierre del año, con la bitácora. Y con esa foto más actualizada de lo que hubiese querido hacer más, menos, los aprendizajes, etc y recién ahí siembro”.

La coach dicta un taller online específicamente por este tema. “Se llama Siembra y hace años puedo ir acompañando a distintas personas en dar forma a lo que desean que pase a través de varios ejercicios. Quiero decir, es más complejo que escribir una lista de resoluciones”. Con ese recorrido y esa mirada, comparte la forma en que realiza el ejercicio:

  • intento imaginar el tipo de persona que quiero ser, los valores que quiero cultivar y el estilo de vida que quiero crear
  • de ahí salen grandes temáticas que funcionan de guía
  • las metas más puntuales solo las uso como guía que me oriente como vengo

“En general, como seres humanos, lo que más nos ‘sirve’ es un equilibrio entre estabilidad, predictibilidad, pisar seguro y desafío, crecimiento, aventura, esfuerzo. Lleva práctica encontrar el punto justo y mucha flexibilidad durante el año para adaptarnos a lo que va aconteciendo. Por eso, las metas son faros, no sirven tanto como punto de llegada sino para marcar dirección”, indica Groppo respondiendo a una duda acerca de si conviene ir por los sueños más altos o proponerse sólo metas alcanzables.

«Lo que deseamos es mucho más simple que las típicas resoluciones cliché que se ven en las redes», revela May Groppo

Florencia Rodríguez Petersen

FLORENCIA RODRÍGUEZ PETERSEN

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