Miércoles 09 de Noviembre de 2016
Empresas organizan encuentros para aprender lecciones de los fracasos
Desde las «Fuckup Nights», reuniones donde se comparten historias de negocios fallidos, hasta un Instituto del Fracaso donde se aprende a sacar partido de los errores, fallar ya no está tan mal visto
Todo empezó en 2012 en la ciudad de México, cuando un grupo de amigos se reunió a compartir, cervezas de por medio, sus desaciertos en los negocios. «La charla resultó tan inspiradora, que decidieron convocar otro encuentro, sumando más amigos», contó Hernán Schuster, organizador del evento en Buenos Aires junto a su socia, Alejandra Marcote.
«Se había hecho una edición en 2014, y luego se discontinuó. Retomamos en noviembre de 2015, con encuentros gratuitos en los meses impares. Al primero fueron 180 personas, y cerramos el año en el Centro Cultural San Martín a sala llena con más de 600 asistentes», agregó el organizador, adelantando que preparan para enero una edición verano en Punta del Este y regresan en marzo a Buenos Aires.
«Para muchos, venir a contar su fracaso es como salir del closet -asegura Schuster, quien ha llevado el formato al interior de algunas empresas, como actividad de capacitación-. Como está mal visto socialmente, suele quedar oculto. Sin embargo, es mucho más frecuente y necesario para el éxito».
Detrás de empresas exitosas, siempre hay un lado B. Gabo Nazar, fundador de Cardon, tuvo un primer intento exportador, allá por los 90, que terminó en forma abrupta. Dispuesto a vender sus billeteras de cuero en una feria artesanal de España, se tomó un avión sin chequear más datos. Y se encontró en el aeropuerto de Barajas con que la mentada feria había terminado, y además al comparar el tamaño de las Pesetas (entonces no había Euros), sus billeteras eran demasiado pequeñas. «Nunca aprendí tanto. Lo que no te mata te fortalece», asegura el empresario cada vez que puede. Andy Freire, emprendedor serial y actual ministro de Modernización porteño, siempre dice que «el único fracaso es no haberlo intentado». Su primer éxito, Officenet, dedicado a la venta online de artículos de oficina, se construyó sobre una seguidilla de errores: tenía muchos pedidos, pero no generaba ingresos. Y sólo se percató del fiasco cuando encontró a un cliente en la calle feliz porque «te mandan la mercadería y nunca pasan a cobrarte».