Errar es humano – Infotechnology (Septiembre – Edición impresa)

La frase, trillada a más no poder, no deja de ser cierta, sobre todo a la hora de encarar la ya de por sí complicada tarea de llevar adelante un nuevo emprendimiento. Comenzar de cero no solo trae consigo esperanzas y deseos, sino también un camino desconocido en muchos tramos y donde la tasa de error puede llegar a límites alarmantes.

 

Los errores se pueden pagar caro en el mundo de las startups. En tecnología, la necesidad de alcanzar objetivos de forma rápida, cerrar rondas de inversión y vivir en una vorágine propia de una industria donde lo que hoy es novedad, mañana es obsoleto, forman un cóctel brutal que puede arrastrar al vacío aún a la idea más innovadora.

 

La realidad habla por sí sola: seguramente todo emprendedor tropiece con una o más piedras a lo largo de su camino. La cuestión es, entonces, que hacer con ese palo en la rueda y como convertirlo en un elemento que impulse el proyecto a nuevos horizontes.

Un escenario común

Para Alejandra Marcote, coach sobre fracasos en el ámbito corporativo y co-organizadora de la edición argentina de Fuckup Nights, el encuentro mundial donde distinto referentes hablan de su experiencia con los errores del pasado, asegura que existe un patrón de errores que pueden considerarse habituales en la mayoría de los emprendimientos, sean de perfil tecnológico o no. En primer lugar, pensar que solo con la pasión o las ganas se puede llegar a buen puerto; en segundo lugar, la falta de planificación financiera que puede ahogar a un proyecto antes de que pueda llegar a buen puerto; y en tercer lugar la falta de profesionalización en determinados momentos que son cruciales para el crecimiento de una empresa (por ejemplo, formar equipo de personas con el mismo perfil).

 

“En Argentina, se tiende a creer que el éxito o el fracaso nos define como personas. Cuesta conocer casos de proyectos que hayan salido mal recientemente. Se cuenta cuando pasó un tiempo o ya se está siendo exitoso en otra cosa”. Marcote destaca que de cada 10 emprendimientos, a los tres años sólo sobreviven entre dos o tres, mientras que a los cinco años esa cifra se reduce a uno. “¿Cómo puede ser que haya tantos fracasos y no se los conozca?, Se conocen los casos de éxito pero del resto no se sabe nada; qué fue lo que les pasó, por qué fracasaron”.

 

Cuando forzar la máquina lleva al desastre

Andrés Jara es CEO y Co-fundador de Nubimetrics, una firma de Business Intelligence y BigData que provee información clave a los vendedores de Mercado Libre para que tomen mejores decisiones y puedan aumentar sus ventas. Emprendedor nato, co-fundó cuatro empresas, entre ellas el primer proveedor de Internet de Jujuy cuando tenía 17 años.

Para Jara, dedicar el 100 por ciento de la energía disponible a resolver los problemas de Nubimetrics cuando recién se lanzaban al mercado llegó a ser una potencial bomba de tiempo. Así lo explica: “Le sacamos toda la importancia a aspectos fundamentales como comer bien, hacer ejercicio, despejar la cabeza y descansar. Nuestro error fue apartar todo hábito saludable y focalizarnos completamente en el trabajo, durmiendo poco, comiendo cualquier cosa y sin momentos para despejar y oxigenar la cabeza”.

Los resultados de estas malas prácticas fueron inmediatos: ante situaciones de crisis los resultados fueron muy malos; incluso, cualquier trivialidad podía convertirse en un nuevo problema ya que el equipo no tenía la mente fresca como para detectar inconvenientes a tiempo y solucionarlos de forma eficaz. Jara y su equipo detectaron la falla y actuaron al respecto: “Empezamos a priorizar el cuidado por la alimentación, pusimos una nutricionista, controlamos los horarios para que nadie trabaje de más y duerma las horas necesarias, y sumamos hábitos para oxigenar la cabeza, como las caminatas”. Los resultados se vieron en el corto plazo. “Se notó en las ideas, en el optimismo, en situaciones críticas en las que estábamos mucho mejor predispuestos”.

Con GiFly Bikes Lucas Toledo llegó a las principales portadas de medios de tecnología de todo el mundo. El emprendedor cordobés lanzó en 2014 una bicicleta inteligente que no solo se pliega en un segundo, sino que además suma una app que brinda información en tiempo real sobre el tránsito y otras funciones de vital importancia para el ciclista. La firma, que recaudó un millón de dólares en su primera ronda de inversión, fue la culminación de años de experiencia en el campo del empredurismo y la prueba fiel de que es primordial aprender de los fracasos pasados.

“Mi primer proyecto fue la producción de azafrán en Córdoba, ya que el kilo de ésta especia es más caro que el kilo de oro. Tenía 19, estudiaba economía y con ese proyecto aprendí la importancia de elegir socios. Un socio no tiene que ser necesariamente un amigo o un familiar, tiene que ser indispensable para ejecutar la idea o el proyecto, de lo contrario no debería ser un partner”, aclara. Esta experiencia además lo ayudó a conocer más sobre la comercialización y, sobre todo, la dificultad de llevar un producto al mercado.

El segundo proyecto fue una empresa de asesoramiento económico. Allí se encontró con la realidad del trabajo de economista y su mirada sobre la carrera que había elegido cambió. “Era mucha investigación y yo odio investigar; me gusta la macroeconomía y los negocios pero no estar sentado tres meses escribiendo un paper”. Esto le permitió comprender la importancia de hacer lo que a uno le gusta y lo difícil que resulta sostenerse cuando no se está a gusto. Además entendió que no era fácil vender servicios, ya que no es algo tangible, y tuvo que sortear la dificultad de tratar con pequeñas y medianas empresas muy poco profesionalizadas que carecen de ideas sobre planes de financiamiento, de procesos o de control de calidad.

Potencia Pyme fue el tercer proyecto de Toledo antes de fundar GiFly, una plataforma financiera que contenía el 90% de la oferta crediticia del país y donde las pymes subían la demanda y ellos la mechaban con la oferta, indicando en cada caso cuál era el mejor plan de financiamiento disponible. Después de seis meses preparando la base de datos y el branding, salieron a vender el servicio con muy poco éxito. “Destinamos un montón de recursos a construir algo que no estaba validado, Ahí aprendí la importancia de validar las cosas antes de arrancar y es lo que hicimos con GiFly, construyendo un prototipo mínimo viable para que fuera validado. Una vez hecho esto, fuimos a las rondas de inversión”.

Finanzas: la clave

“Uno como emprendedor está acostumbrado a administrar miserias, los recursos son escasos y tiene a hacerlos rendir al máximo tratando de gastar lo menos posible” sentencia Jara. Para el emprendedor, el problema es que en distintas etapas de crecimiento, sobre todo después de rondas de inversión, surge la disyuntiva de cómo invertir el dinero. “Nosotros hemos cometido el error de subinvertir o sobreinvertir, por lo que hay que tener claro los objetivos a lograr en cada etapa para priorizar recursos”. Al respecto, ejemplifica: “Podés mantener activa una startup 24 meses sin invertir ni lograr grandes objetivos, o podes pasar a un deadline de 12 meses, invertir y lograr los objetivos, aumentar la valuación o terminar el producto antes de tiempo. Si me concentro en sobrevivir y no cumplo los objetivos es probable que me quede sin plata antes de tiempo. Hay que asumir cierto riesgo en base a los objetivos y no subinvertir solo para estirar el periodo de vida”.

Toledo aporta otra mirada: “A nivel financiero, por la formación que tengo soy más cuidadoso. Siempre hemos sido extremadamente austeros, tuvimos mucha demora en la producción masiva de GiFly y la pudimos afrontar gracias a que no quemamos los recursos. Eso hizo que podamos sobrevivir. Muchas empresas ante una demora de un año en la entrega como tuvimos nosotros se funden, nosotros todavía sobrevivimos y en gran parte se debe a la extrema austeridad que aplicamos”. El CEO de GiFly aclara que no se imagina un escenario en el que no sea austero y subraya: “La plata no es más que un combustible y hay que saber administrarla para poder llegar al final del viaje. Si quemas el combustible antes no llegas a la meta. Cuesta tanto conseguir este combustible, cuesta tanto vender, cuesta tanto ganar plata, cuesta tanto llegar a una ronda de inversión que después cuidas estos recursos como si fueran agua en el desierto”.

Un tropezón no es caída

Las startups se están acostumbrando a liberarse y hablar sobre el fracaso. Para Marcote, al ser sus tiempos más cortos, cuanto más puedan iterar, más posibilidades de sobrevivir tendrán. En definitiva, hoy las empresas que ganan no son las que llegan primero al mercado sino las que aprenden más rápido.

“Hay que tratar de ser realista. ¿Lo que pasó es lo que esperaba o no?¿Qué voy a hacer con esto? Además hay que ser flexible, si algo no salió como se esperaba se debe ir para otro lado. Quien más flexible es más posibilidades tiene de ser resiliente”. Marcote sostiene al respecto que la clave es poder ver al fracaso no solo en lo negativo: “Esto salio mal, ¿pero que salió bien? ¿Qué nuevas relaciones construí?¿Qué habilidades desarrollé?. Se debe ver lo que no estuvo bien y valorar lo que me deja, lo positivo, lo rescatable y aquello que me impulsa para ir hacia adelante”.

Nubimetrics: La startup contó con una inversión inicial de US$800.000 entre capital privado y el aporte de Mercado Libre y Wayra. Actualmente cuenta con oficinas en Buenos Aires y Jujuy,

 

GiFly Bikes: La empresa se prepara para una Ronda A de inversión para financiar su crecimiento. Con oficinas en Córdoba, Nueva York y China, concentra el 50% de las ventas en Estados Unidos, el 35% en Europa y el 15% restante entre Asia y América Latina.