Por Muriel Balbi 25 de octubre de 2016
Fuck Up Nights es un evento completamente fuera de lo común. En sólo 6 minutos 40 segundos, el speaker -un emprendedor u hombre de negocios exitoso- debe confesarle al público un fracaso propio: qué es lo quería hacer, qué hizo mal y qué aprendió de eso. Siempre de noche, con luces tenues y mucho diálogo, se da lugar a la catarsis, las emociones, lo humano y, sobre todo, al aprendizaje. Estos encuentros comenzaron realizarse en México en 2012. Ahora, Alejandra Marcote y Hernan Schuster traen el concepto a Buenos Aires donde la movida emprendedora es cada vez mayor.
-¿Qué hacen en Fuck Up Nights?
Llevamos adelante un concepto que nació en México. Un grupo de amigos se juntaron a tomar algo y empezaron a contarse las experiencias emprendedoras en las que no les había ido bien. Entre cerveza y cerveza, notaron que se trataba de algo muy liberador. Además, de algo común, que a todos nos pasa. Porque todos tenemos historias para contar en las que no nos fue tan bien. Es importante hablar de eso, de las malas decisiones, de los fracasos, de las sensaciones que eso nos generaron. La idea es compartirlo y abrirse a hablarlo con otro para aprender juntos de la experiencia.
-¿Cómo logró colar la idea? No debe ser fácil pararse frente a pares o a gente que te tiene como un referente y contarles las cosas que hiciste mal, tu mala suerte y tus errores. En un mundo tan competitivo, todos buscan la manera de esconder su lado débil, en lugar de exponerlo y compartirlo.
Creo que esa es una de las cosas más interesantes de Fuck Up Nights(FUN). En nuestro evento escuchas a esa misma figura que ves en conferencias y congresos en los que te cuenta cómo hizo para construir esa empresa o ese emprendimiento exitoso que levanta millones, y a la que mirás y pensás: ‘yo nunca voy a poder hacer eso’. A esa misma persona la ves luego en nuestro evento, pero ahora te cuenta sus tropiezos, lo que tuvo que atravesar, las dificultades que se le presentaron, la evolución que hubo detrás y en las cosas que hizo que no salieron como espera. Eso genera mucha empatía en la gente. Por eso pensamos que era importante que este concepto esté también en Buenos Aires con la movida emprendedora que hay. También debe trasladarse a la sociedad y a las empresas. Hay que empezar a hablar de los errores, de esos proyectos que teníamos y que no salieron como esperábamos
-¿Cómo reaccionan los oradores ante la invitación?
Trabajamos durante dos meses con ellos para prepararlos. Armamos la charla juntos, por este formato tan particular que manejamos. Vemos que, a lo largo de ese tiempo, de algún modo se transforman. Termina siendo muy liberador para ellos. Por ejemplo, alguien una vez hablo de un negocio en el que le había ido mal, y que lo llevó a estar 10 años trabajando para pagar una deuda. Solo había hablado del tema con su mujer, nunca se lo había contado ni a sus amigos, ni a sus padres, ni a su hija. Para él fue muy liberador sacarlo de adentro, compartirlo. Por eso muchos terminan agradeciéndonos, porque pueden hablar de cosas que nadie sabe ni le preguntan porque hasta sus amigos los ven como «los exitosos» pero no saben realmente las que pasaron o están pasando.
-¿Hay algo que les llame especialmente la atención de FUN?
Sí, que a la gente le conmueve ver a un referente que es capaz de contar los tropiezos, de abrirse. Lo humaniza. Suele ser la primera vez en que ven a ese speaker emocionarse porque pudo hablar de su familia, de ese sueño que tenía y que no pudo ser. Esa es una de las cosas más interesantes que pasan en el ciclo. Ambos pueden sentirse identificados.
“Fracasar no nos convierte en fracasados. Es sólo algo que no salió como se esperaba y que hay que analizar para aprender de ello”
-También puede servir para entender lo que cuesta el camino hasta que algo sale bien. Porque generalmente se habla sólo del éxito, como una novela rosa, pero no de los fracasos que se tuvieron que capear para llegar ahí y que fueron una parte necesaria del proceso
Exactamente, nosotros traemos eso y los profundizamos. En el mundo emprendedor se dice: ‘si tenés una idea, dale, trabajá, ponerle garra y te va a ir bien’, pero eso no es tan cierto. Las estadísticas lo demuestran: de cada 10 emprendimientos, al cabo de 3 años, sólo 2 ó 3 sobreviven. Hay que explicar que no todo es color de rosa y que a veces las cosas no salen bien. Si lo hablamos podemos aprender y encontrar herramientas para amortiguarlo. Hay que seguir adelante y aprender de eso
-¿Por qué de noche? ¿Qué da la noche?
El concepto comenzó así y a nosotros nos gustó. Creo que genera algo relajado, íntimo y que facilita generar una relación de igual a igual, la que fomentamos al hacer un pequeño after para charlar, como en un bar. El orador de FUN no está en un podio, está a la altura de la audacia, con luces bajas, con una sensación de cercanía para contar algo íntimo y vinculado a las emociones.
-A partir de sus experiencias en estos eventos. ¿Cuán cierta es la frase que reza que se aprende más de los errores que de los aciertos?
Creo que es así, lo he visto y me ha pasado en lo personal. El fracaso te ayuda a repensar y a analizar. Lo importante es no detenerse y seguir intentándolo. Cuando a uno le va bien es fácil seguir adelante. Además, el éxito no te detiene a pensar en lo que estás haciendo, cómo y por qué, o qué cosas hay para mejorar.
En el éxito hay un montón de variables, tal vez el mercado. Pero cambió una tendencia y, de la noche a la mañana, te vas abajo. Ahí es donde se ve el equipo y quienes son los que están al lado y son capaces de remontarla.
-Tener la capacidad de la resiliencia…
Sí, exactamente es un concepto que trabajamos muchísimo. Lo importante no es que te pase esto o aquello, sino qué sos capaz de hacer vos con eso que te pasó y cómo salís fortalecido de la historia. Eso y la inteligencia emocional son habilidades que también se adquieren, no tienen por qué ser necesariamente innatas en todas las personas. Se pueden aprenden y adquirir.
“No hablamos de celebrar el fracaso, pero sí de darle la bienvenida al aprendizaje que éste trae”
-¿Cómo se aplica esta idea fuera del ecosistema emprendedor, en lo que es el mundo corporativo? ¿Cómo puede trasladarse este concepto?
Es híper trasladable. En las empresas hay mucho valor para aprender de los fracasos. Es muy importante porque necesitan que la gente de adentro sea capaz de tomar riesgos, de poder fomentar una cultura emprendedora –lo que son los «intrapreneurs«– de las compañías. El fracaso juega un rol clave en eso. Si uno no admite el error tampoco lo va a tolerar en los otros. Entonces la cultura que se genera en la empresa no es la mejor y las personas no van a tomar riesgos, que es algo que se necesita para poder innovar.
Nota original: http://www.infobae.com/play-tv/2016/10/25/como-son-las-noches-de-las-malas-palabras/
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«Al argentino no le gusta fracasar»
Emprender no es un camino fácil. Tampoco es para cualquiera. Más allá de la formación y del ingenio, hay que contar con una personalidad especial, ser perseverante, soñador, creativo, pero también poseer una gran tolerancia a la frustración.
Es que el fracaso es parte inherente de lograr el éxito. No existe uno sin el otro; ni en los negocios, ni los deportes, ni en la vida. Y el temor a caer puede hacer que ni siquiera lo intentemos jamás.
¿Qué pasa en los entornos de culturas exitistas, como la de Argentina, en donde el fracaso no está bien visto? Infobae conversó de este tema con Silvia Torres Carbonell, directora del centro de emprendedorismo de la Escuela de Negocios del IAE, Subsecretaria en el ministerio de Modernización, Innovación y Tecnología del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y reconocida formadora de emprendedores.
-¿Qué pasa cuándo se teme y se castiga el error? En otros países, un buen historial de fracasos es esencial para presentarse como alguien sólido, experimentado, creíble y con capacidad para sobre ponerse.
Es un punto sumamente importante el que señalás. En general, en la sociedad argentina, el fracaso como tal no está bien visto. Esto ocurre en parte, porque en algunos casos el fracaso ha implicado dejar en mala situación a las personas que han participado del proyecto. Así como hay que saber abrir empresas, también hay que saber cerrarlas cuando no son más viables. Muchas veces el fracaso se ha asociado a negligencia, porque aquí hemos visto a muchos empresarios fracasados que luego tienen su plata afuera o una casa en Punta del Este. Ese es un primer tema que creo que ha llevado a una disposición de cómo se ve el fracaso socialmente.
-¿Pero hay también algo propio en nuestra forma de ser que hace que nos cueste aceptar el fracaso?
Sí, hay un tema que tiene que ver con la personalidad del argentino que es que no le gusta mucho fracasar. Entonces, creo que justamente a través de los emprendedores hay una buena oportunidad para empezar a cambiar esa idiosincrasia. El fracaso tiene que ser un lugar de aprendizaje, de experiencia, donde uno escucha lo que le ha ocurrido –cuando digo ‘escuchar’ lo pienso en el aspecto más profundo y abarcativo del término–. Luego hay que volver a tomar ímpetu y emprender otra vez.
-¿Cómo es la actitud de los millennials en este sentido?
Yo veo que eso está cambiando en los más jóvenes. A esta nueva camada de emprendedores, el miedo al fracaso ya no llega a impedirles el desarrollo. De hecho en la medición del Global Entrepreneurship Monitor, se estudia qué porcentaje de la población cree que el miedo al fracaso la inhabilita o la inmoviliza para emprender. Ese porcentaje está bajando así que creo que hay un cambio en ese sentido.
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-¿Y qué pasa con el resto de la sociedad y su actitud hacia quien fracasó?
Creo que este es un punto en el que como sociedad tenemos que cambiar y ahí los medios tienen mucho que hacer, no solamente mostrar a los emprendedores súper exitosos, sino también al que ha tenido fracasos, que pueden ser por distintos motivos. Porque una cosa es fracasar porque te llevaste toda la plata afuera y otra cosa porque las oportunidades no se dieron, porque hubo circunstancias externas que impidieron el desarrollo, porque faltaron capacidades. Entonces hay que aprender del fracaso.
-¿El ambiente nos da posibilidades de fracasar? Pensemos que, en Argentina, se vuelve aún más difícil conseguir avales, créditos, inversores, y cerrar una empresa puede dejarnos económicamente tan débiles que se nos haga casi imposible reacomodarnos a un contexto que encima es inestable.
Es muy cierto esto, por eso estamos estudiando las leyes de quiebra en otros países en donde hay medidas para ir anticipando situaciones complicadas y para poder actuar preventivamente. Eso permite, justamente, no dejar un tendal cuando algo pasa y no quedar en una situación tan débil como la que acabas de decir.