Es la íntima sensación que tenemos de ser un fraude y de no estar a la altura.
Creemos que el éxito y lo que hemos logrado poco tiene que ver con nuestra capacidad, sino que son consecuencia de la suerte, los aportes que otros han hecho a nuestro trabajo y la coincidencia de haber estado en el momento y lugar justos.
A pesar de todas las pruebas que podrían demostrar que somos lo suficientemente competentes, consideramos que no merecemos lo obtenido, y por ello no podemos aceptar los elogios. De hecho, nos convencemos de que ¡en cualquier momento nos van a descubrir!
Y no, no sos la única persona que se siente así.
Aproximadamente el 70% de las personas experimentan este fenómeno al menos en algún momento de su vida.
Durante gran parte de mi vida he convivido con un fuerte Síndrome del Impostor, y por supuesto cada tanto me sigue visitando.
Terminé la escuela secundaria con casi 9 de promedio.
Me recibí en la universidad de Buenos Aires como Contadora, también con un 9 de promedio y Mención de Honor.
Sin embargo, casi no tengo recuerdos de haber rendido exámenes sin miedo a desaprobar, sin importar la cantidad que había aprobado previamente. ¡Y cada vez que me daban una nota alta me sentía avergonzada porque no creía que realmente lo mereciera!
Que me encantaba organizar eventos. En los últimos 8 años he organizado ciclos de charlas sobre errores y fracasos; after office para conocer las terrazas de Bs. As. y eventos de innovación para emprendedores, por los que han pasado más de 15.000 personas.
Sin embargo, aunque tenía una enorme experiencia (“me sale fácil y me apasiona”), en muchos casos me era difícil valorizar mi trabajo. ¡Cómo si las horas invertidas y la experiencia no tuvieran ningún valor!
Cuando decidí dejar de trabajar como contadora y comencé a desarrollarme como coach, capacitadora y oradora, el fenómeno del impostor reapareció con fuerza:
“No es tan importante lo que tenés para decir: ¿Quién va a querer escucharte?”,
“¿Quién va a querer contratarte con todas las personas de experiencia que hay en el mercado?”
Hace ya muchos años logré ponerle nombre a ciertas barreras internas en mí.
No sólo me di cuenta de mi tendencia perfeccionista y el alto nivel de exigencia que tuve conmigo misma durante toda mi vida, sino que también descubrí el Síndrome del Impostor.
cómo todo esto operaba en mí de forma inconsciente, y disfrazado bajo un mensaje de proteger mi imagen, lograba mantenerme en un espacio conocido y seguro.
Empecé a despertar, a sentir que me estaba traicionando a mí misma al no desarrollarme en lo que me gustaba al no darle valor a mi conocimiento y experiencia, y dejando pasar oportunidades valiosas, por supuesto, y enojándome conmigo por no animarme.
Aumentar mi autoconocimiento, identificar mis creencias limitantes, y trabajar continuamente en ellas a través de muy diversas disciplinas ha sido y es un gran desafío y también una de las llaves para evolucionar constantemente.
Es por eso que desarrollé este curso: para compartir herramientas y técnicas que he descubierto y en las que me he ido formando en este camino, para que otros puedan encontrar las suyas, y trascender las creencias que los limitan.
que vinimos a ser mucho más de lo que hacemos en nuestro día a día, y descubrirlo requiere un profundo trabajo interno y un compromiso con nuestra singularidad.
Retomar el poder que habita en nosotros más allá de lo que nos han dicho.
Reconectar con nuestra voz interna que tanto acallamos por darle importancia a las voces de otros.
Aumentar nuestro nivel de conciencia para poder desplegar y ser quienes vinimos a ser.