La humildad es una de las llaves -y tal vez la más importante- que abre la puerta hacia la expansión del conocimiento y el crecimiento personal. Pero para ello, necesitamos que sea un valor arraigado en nosotros, y una actitud que nazca sinceramente del corazón y de la conexión con nuestro más profundo «yo», y no una mera postura adoptada y forzada hacia el exterior.
Aceptarnos a nosotros mismos como personas que necesitamos transitar el camino del aprendizaje, nos permite evolucionar constantemente.
Ser humildes nos da permiso para expresar sin miedo la frase «NO SE«, quitándole las connotaciones negativas que usualmente se le asignan en la cultura occidental, que en ocasiones aprecia los conocimientos adquiridos y la formación adquirida, muy por encima del deseo y la predisposición para aprender.
Sea que nos enfrentemos a un momento de insatisfacción originado por un problema o por una sana ambición de crecer, el poder detectar y asumir humildemente que existen áreas de conocimiento en las que necesitamos y/o deseamos mejorar -o incluso, involucrarnos por primera vez- nos da la posibilidad de situarnos en el inicio de un espiral virtuoso y expansivo!
Mediante la indagación y la búsqueda, nos encontraremos inmersos en un proceso de crecimiento.
“La acción genera ser” postula el Coaching ontológico, y es por ello que sin importar en qué punto del camino de aprendizaje nos detengamos, veremos que el haber estado transitándolo nos ha transformado.
¿Lo caminamos juntos?
Ale Marcote
“Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay humildad, habrá sabiduría” (Salomón)