Cuando nos sentimos dañados, ofendidos o no respetados, solemos esperar que alguien nos pida disculpas o intente reparar una situación.
Sin embargo, en ocasiones esas disculpas no llegan, generándose en nosotros enojo, tristeza o resentimiento que lejos de afectar a quien -a nuestro entender- nos debiera pedir disculpas, nos ata a él.
Esa espera hace depender nuestra paz y nuestra felicidad de las acciones de otro que tal vez nunca lleguen.
Más allá de que tan justificada esté nuestra insatisfacción, lo único que estamos logrando es dejar nuestro bienestar manos de quien incluso ya puede no estar presente en nuestras vidas.
Desde el Coaching, la concepción del ser humano implica un acto fundamental para tomar las riendas de la propia vida, y es el de elegir que hacer, más allá de las circunstancias que nos rodean.
En este caso, el decidir y declarar “TE PERDONO”, no es necesariamente un acto de bondad con el otro (quien puede estar ausente), sino fundamentalmente un acto de amor para con nosotros mismos, un acto de liberación personal.
Ale Marcote
(*) Cuando me acerqué al Coaching Ontológico, uno de las aspectos que más me impacto fue comprender las 3 declaraciones diferentes que contiene el PERDON: ME PERDONO, TE PIDO PERDON y TE PERDONO .
En 3 post les compartiré mi reflexión sobre ellas.