Aprender del error.
Perder el miedo al fracaso.
/0 Comments/in Empoderamiento Femenino, Personas Importantes /by Betina Bensignor
La primera vez que la vi, Ale Marcote conducía una Fuckup Night especial dedicada al día de la mujer. Este evento, que busca desmitificar el fracaso e impulsar el concepto de que necesitamos aprender del error, ya tiene presencia en más de 270 ciudades y más de 70 países.
Es que Ale Marcote, como prefiere que la llamen, luego de dar un giro a su profesión de contadora está desarrollando una carrera excepcional como consultora, facilitadora del aprendizaje basado en errores en organizaciones, capacitadora en liderazgo, trabajo de equipo, coaching y metodologías ágiles. Desde que organiza FuckUp Nights Buenos Aires reúne bimestralmente a 600 personas que se suman a escuchar historias de éxito basadas en fracasos.
Aprender del error
Las palabras error y fracaso suelen estar bastante asociadas. ¿Qué relación tienen entre sí?
Hay una teoría bastante interesante con la que coincido y es que no todos los errores ni todos los fracasos nacen igual, y por ende, no son lo mismo.
La palabra error típicamente alude a que hay algo equivocado. Cuando hay una manera correcta de hacer algo, pero se hace distinto por desconocimiento, o porque no se tienen las competencias o las habilidades o bien no se respetó el proceso. Ahí podemos hablar de error, de equivocación. Por eso es tan necesario entender las causas y aprender del error para que no vuelva a suceder.
Por el contrario, en contextos complejos, VUCA (volátiles, inciertos, complejos, ambiguos), uno no sabe cuál es la respuesta, o tal vez no hay una única respuesta. En ese caso, si algo no funcionó, podríamos no hablar de error -ya que desconocemos cuál es la forma correcta-, sino de intento fallido.
El fracaso por definición es un resultado adverso, muy asociado a la frustración (raíz de la palabra). Puede darse como consecuencia de lo que comúnmente denominamos error, o bien porque, por ejemplo, nos encontramos en un contexto de experimentación. Por lo cual hasta podría decirse que es esperable. Así como la ciencia admite que se pueden hacer distintos ensayos hasta obtener lo que se busca, en el mundo de los negocios podríamos empezar a pensar en el mismo sentido. En tiempos de cambio y en contextos donde mucha de la información no la conocemos, si necesitamos innovar necesitamos saber que el intento “puede fallar”.
Lamentablemente, no hablamos en general de los fracasos ni de los errores, no compartimos las experiencias. Sin embargo en cada una de ellas hay algo para aprender. Tampoco se tiende a compartir las causas, falta muchas veces un análisis de ese tipo. Dentro de proyectos exitosos también hay cosas que no salieron como se esperaba, ni mejor ni peor sino diferente. Tanto si salió bien como si no, se analiza muy poco el proceso como para aprender del error.
En un proyecto que salió bien quizás hay menos cosas para aprender porque no se sabe con certeza qué, de todo lo hecho, es lo que dio resultado. En cambio, de los errores se puede aprender mucho. ¿De eso se tratan las Fuckup Nights?
Fuckup Nights es un movimiento mundial de encuentros donde se cuentan casos de fracasos en temas de negocios y de proyectos. Nació hace cinco años y en Argentina lo estamos desarrollando desde 2015. Cada dos meses hacemos un evento donde exponen cuatro emprendedores, gente de empresas o de distintos ámbitos que vienen a contar su experiencia de algo que querían que ocurriera y que salió mal y, en particular, qué aprendieron de esas experiencias.
¿Como coach, cómo llegás a especializarte en el error?
Trabajé más de quince años en empresas, y en los últimos siete estuve muy cerca del mundo emprendedor, donde noté que se hablaba muy poco de la gran cantidad de emprendimientos que no estaban funcionando. Las estadísticas dicen que solo uno de cada diez emprendimientos llega a los cinco años. Hay mucho tiempo y dinero invertidos en proyectos que no funcionan, sin embargo muy pocos se animaban a hablar de “eso”.
Con el desafío de generar una movida contracultural que ayudara a comprender el fracaso como parte de un proceso, es que empezamos a organizar el evento. Por mi experiencia con emprendedores y con empresas, como coach y consultora en transformación cultural, este tema es uno de los pilares de mi día a día.
Los emprendedores tienen entrenamiento en comenzar, probar, cerrar y volver a iniciar proyectos y están adoptando muy rápidamente esta filosofía respecto del fracaso. A las organizaciones esto les está costando más, ya que es parte de una transformación cultural. Hoy necesitan innovar, y en muchos casos, ya es una cuestión de supervivencia. Sin embargo, internamente se castiga o se oculta lo que no salió de la forma esperada, lo cual va en detrimento de la innovación buscada y desmotiva las acciones en este sentido.
Un referente de una empresa global me comentó que aproximadamente el 95% de los proyectos que empiezan no termina como se habían proyectado. Pero no saben bien porqué, no tienen un análisis en detalle de las causas. Quizás en otro país se hace algo similar y no se enteran. ¡Imagínense si la empresa pudiera capitalizar el aprendizaje de ese 95%! E incluso me pregunto: ¿podría haber sobrevivido algún proyecto si se hubiera compartido lo que no estaba saliendo según lo esperado? ¿Se habría podido dar un giro a tiempo?
Los líderes se encuentran ante el desafío de generar nuevas conversaciones en sus equipos, de modo de habilitar la posibilidad de hablar sobre y aprender de los errores y fracasos, y aprovechar al máximo los aprendizajes, e incluso, incentivarlos a pedir feedback y ayuda a tiempo. Todo este gran campo de acción es el que a mí me apasiona.
Aprender del error como mujer
¿Cómo te acercaste a la temática de género?
Me costaba mucho encontrar mujeres que quisieran subir al escenario en una Fuckup Night a contar algo que les había salido mal.
Después de un evento en el que solo hablaron hombres, decidí que eso no podía volver a ocurrir. Me contacté con muchas mujeres que están o estuvieron desarrollando proyectos muy interesantes en empresas y en emprendimientos propios. Sin embargo me costaba mucho que se decidan a compartir públicamente sus errores, aún cuando su mirada particular sobre el proceso de aprendizaje podía ser valiosísima para otros.
En marzo de este año, para el día de la mujer, propuse que hubiera cuatro mujeres sobre el escenario contando sus experiencias. Para ello convoqué a las distintas organizaciones que trabajan con el empoderamiento de la mujer, y afortunadamente obtuvimos mucho apoyo. El Red Shoe Movement estuvo presente como auspiciante y con varias de sus representantes entre el público. Es importante que participen porque después cada una de las mujeres lo multiplica en sus redes.
¿Por qué creés que les cuesta más a las mujeres hablar de los fracasos?
Las mujeres tratamos de ser “perfectas” en los distintos ámbitos, no solamente somos muy exigentes en lo personal, también en lo laboral. Queremos llegar al hogar y que todo esté perfecto, además de lo físico y la imagen.
Esta perfección en tantos ámbitos es una gran autoexigencia. Mostrar que algo no salió como uno esperaba genera en la mujer una sensación negativa ante la mirada de los demás. Más que miedo al fracaso, hay algo del orden de la vergüenza. Brene Brown habla de la vulnerabilidad y de un sentir muy común entre algunas mujeres, que es el sentido de “no ser suficiente”.
El trabajo afecta al hombre más en su hacer, mientras que a la mujer la afecta más en su ser. Un hombre que vuelve de trabajar a la noche cuando sus hijos ya están durmiendo no pone en juego su valía como padre. Pero para una mujer esto es inconcebible, porque además de un sentimiento de fracaso la asalta el miedo a ser juzgada o criticada por “abandonar” a su familia. ¿Pensás que es así?
Justamente estoy investigando desde el coachingeste tema que preocupa a las mujeres. Es muy interesante trabajar sobre estos mandatos y preocupaciones, esto de pensar “no soy suficientemente buena en esto” o “llego a casa cansada y no me siento motivada con los chicos”, son temas que nos dan vergüenza y no permiten que nos abramos a la conversación, por lo que generalmente permanecen en el silencio.
La búsqueda de la perfección no permite aprender del error, y mucho menos cuando no se pide ayuda. Es algo que hay que incentivar más a las mujeres: pedir ayuda, pedir consejo, un espacio para conversar y para mentoreo en las organizaciones. Si nosotras no podemos compartir lo que nos está pasando es muy difícil salir de ese lugar. Pero además, las estadísticas revelan que incluso cuando la mujer está en un área de conocimiento no particularmente femenino, como ciencia o tecnología, es juzgada mucho peor si se equivoca o si toma una decisión que no es la mejor. Está más expuesta a miradas reprobatorias que un hombre.
Lo que hay que considerar es que la mujer tiene una mirada más holística, en cuanto a considerar no solamente los números sino también a las personas. Y eso es una oportunidad para las mujeres para liderar diferente a los hombres, ni mejor ni peor. Hoy, lo bueno es que una mujer puede acceder al liderazgo con sus capacidades y miradas sin tener que masculinizarse.
Ale Marcote, sos una experta en fracasos que se transforman en éxito. ¿Cómo se gestiona el miedo al fracaso?
Mucha gente opina que hay que perder el miedo. Pero el miedo en sí no es algo negativo, es una emoción, y como tal, algo nos quiere decir. El miedo particularmente nos indica que interpretamos que no contamos con los recursos suficientes (materiales, habilidades, conocimiento, etc.) para afrontar una determinada situación. Por eso es que, más que ocultarlo o perderlo, lo interesante es ante todo aceptarlo y luego entender qué nos está informando. Porque si tengo una emoción y me peleo con ella no tengo un problema, tengo dos.
Hay que empezar a hacerse algunas preguntas: a qué le estamos teniendo miedo en particular, qué nos preocupa a la hora de emprender un negocio: ¿que no tengamos el dinero, la capacidad, o que si lo hacemos y nos va mal eso va a afectar nuestra imagen o nuestra economía? Muchas veces el miedo es imaginario, pero otras, nos puede estar avisando que no tenemos una determinada habilidad o recurso.
Hablarlo, y no necesariamente en un evento ante 500 personas, sino con gente de confianza, ayuda a decantar las ideas: qué pasaría si lo hago, que pasaría si no lo hago, etc. Ayuda descomponerlo en partes, entender el mensaje, deconstruirlo.
Las ideas de “todo” y “siempre” son abrumadoras. Cuando uno aborda un tema en pequeñas piezas puede trabajarlas mejor que al conjunto en su totalidad.
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Aprender del error. Perder el miedo al fracaso. Entrevista a Ale Marcote
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