Durante mucho tiempo solía decir ”yo tengo el sí fácil” como si eso fuera una virtud: ¿Hacés esto que yo no tengo tiempo? SÍ ¿Me das una mano con…? Claro ¿Te podés quedar laburando hasta más tarde para cubrir…? Dale.
Infinidades de “SÍ” en todas formas y colores a jefes, amigos, pareja, familia, socios, conocidos y desconocidos.
Y claro, después -a veces- viene el enojo con uno mismo, el enojo con otros y las justificaciones a los SI que dimos y por los cuales no llegamos a hacer lo que queríamos (nuestro tiempo, dinero y energía no es ilimitado!):
~“Otra vez lo mismo, yo quería hacer esto pero…”
~“Que desastre soy, nunca cumplo con lo que me propongo”
~“Se abusan porque saben que soy buen@”
~“Me lo piden a mí porque xx lo saca volando”
~“L@s otr@s no pueden emplear tiempo en esto, así que no quedaba otra que decir que lo hago/me quedo trabajando yo”
Tantas cosas relegadas que quedan en el camino porque me siento culpable, porque se van a dar cuenta que si no puedo es que no soy la mujer maravilla o el pulpo Manotas, porque van a decir que soy una egoísta, porque van a tomar a otro en cuenta para el aumento en vez de a mí, porque voy a dejar de ser la/el que todos esperan que sea y quizás me dejen de lado.
¿Y los SI a mis proyectos dónde quedan?
¿Y los SI a quien yo quiero ser y no a quién otros quieren que yo sea?
¿A qué le estoy diciendo que SI y no quiero decírselo?
¿Para qué estoy diciendo ese SI? ¿Que estoy resguardando o cuidando?
¿Qué creo que pasaría con los otros si empiezo a decir que NO?
¿Qué pasaría conmigo si empiezo a decir que no?
No es culpa del otro porque me pide algo, es mi responsabilidad trabajar para poder decir que NO, y para poder tener un SI mayor que nos dé la fuerza para clarificar y expresar nuestros límites. A veces ni siquiera nosotros mismos los tenemos en claro, entonces ¿Cómo vamos a pedirle a otros que los respeten?
Esto también es #AprenderDelError para Transformarnos!
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