El síndrome del impostor: ¿Por qué nos afecta más a las mujeres y que podemos hacer para disminuirlo?
- ¿Qué es el Síndrome del Impostor? ¿Por qué suele afectar más a las mujeres?
- ¿Cuáles son las creencias más comunes detrás de este síndrome?
- ¿Qué estrategias podemos desarrollar para minimizar los efectos de este síndrome, y así evitar que nos lleve a perder oportunidades valiosas o nos detenga cuando algo no sale como esperábamos?
¿Qué es el Síndrome del Impostor?
En la Universidad, cada vez que iba a rendir sentía que me había quedado mucho por estudiar y me iba a ir pésimo, y cuando daban las notas esperaba lo peor, aunque la mayoría terminaban siendo mayores a 8. También recuerdo que cuando sacaba notas altas, solía pensar en que seguramente se debía a que me habían tomado algo que había leído, ¡y no que había sido la consecuencia de haber pasado tanto tiempo estudiando! Sin embargo, la sensación de que algo podía salir mal nunca desaparecía y parecía ser solo una cuestión de tiempo el que esto sucediera en algún momento. Todavía hoy, cuando me llaman para algunos trabajos, cada tanto una voz en mi cabeza dice algo así como: “Seguro que se equivocaron, ya se van a dar cuenta de que vos no eras la indicada”.
Con el tiempo fui tomando conciencia de que esto tiene un nombre: se llama “síndrome del impostor”.
Hoy, como coach, parte del desafío principal es trabajar sobre ese conjunto de creencias que hacen que dudemos de nuestros logros y las habilidades que tenemos para alcanzarlos, sobre ese miedo a que se descubra que nuestro éxito no se debe a nuestro esfuerzo, talento o perseverancia, sino mayormente a la suerte, y que no lo merecemos.
¿Por qué suele afectar más a las mujeres?
Si bien esto afecta a hombres y mujeres, las estadísticas sugieren que a nosotras nos afectan en mayor medida por distintos motivos. En el video de la entrevista que me realizó Alejandro Gorenstein (link debajo), comento varios, pero aquí me gustaría detallar algunos:
- No haber esperado tener éxito en determinados ámbitos.
— La falta de modelos de rol (ejemplo: mujeres en altos cargos en compañías; mujeres visibilizadas en espacios de tecnología, ciencias) hacen que la persona sienta que ese no es su lugar, que no tiene derecho a estar allí o que le queda “grande”, sin importar cuanto mérito haya hecho para lograrlo. Por eso me parece tan importante el trabajo de visibilización que hacen Meli Masnatta (Chicas en Tecnología), Valeria Edelsztein (Contemos historias de científicas), y Caro Hadad (Científicas de acá) entre tantas otras mujeres.
–Algo similar ocurre con la falta de expectativas respecto del rol de la mujer. Históricamente el ámbito de lo privado (casa) ha sido “asignado” a las mujeres y el “público” a los hombres. Al ingresar masivamente al mundo laboral (espacio que no les pertenecía socialmente), las mujeres todo el tiempo tenemos que demostrar el doble, aún cuando estemos más que calificadas para el puesto.
“Cómo es que llego ahí?” es una pregunta que se suele hacer sobre las mujeres, casi nunca sobre varones. Eso solo acrecienta la creencia interna de que “nunca se es suficiente, nunca alcanza”.
Esto se exacerba en el caso de las primeras mujeres en algunos espacios: “la primer CEO mujer” se titula, y todas las miradas se vuelcan a ella. No importa cuantos varones pasaron por ese puesto antes y no tuvieron una buena gestión! Si esa “primera mujer” en el rol toma decisiones erróneas, probablemente se diga que “no era para una mujer”, y eso es algo que también está muy presente. Lo mismo sucede en otros ámbitos donde las mujeres aún somos pocas y “tenemos” que estar demostrando que podemos estar allí.
- Conocer solo historias de éxito “perfectas” e inalcanzables.
Día a día vemos publicaciones y escuchamos relatos de personas que muestran historias “perfectas”, con éxito profesional, una familia sonriente, una casa reluciente, físicos torneados… ¡y todo logrado casi sin despeinarse!
Esos estándares (muy poco realistas) solo hacen que continuamente nos comparemos y sintamos que somos un fraude: corremos el riesgo que en cualquier momento alguien se va a dar cuenta que mientras nos sentimos agotadas de correr de un lado para otro, íbamos a hacer gimnasia 3 días a la semana y nunca lo logramos porque estamos haciendo la tarea con los chicos mientras tratamos de cerrar una reunión de trabajo.
La perfección, el orden y la modestia, valorados positivamente en la mujer.
Muchas recordamos nuestra infancia con mensajes en donde comportarse como “una señorita” implicaba tener todo ordenado y perfecto, la “apariencia” impecable, y por supuesto, ser “modestas” (nada de alzar la voz, ni de resaltar, ni de andar gritando a los cuatro vientos lo genial que hicimos algo, solo acompañar, en voz baja).Esa idea de perfección a muchas nos acompaña a lo largo de nuestras vidas sin siquiera entender el motivo, y de alguna forma, internamente nos lleva a creer que nada de lo que hagamos es suficiente.
También la modestia esperada juega su juego, ese no poder apropiarnos y reconocer nuestras habilidades y logros, como si estuviera mal hacerlo.
¿Cuáles son las creencias más comunes detrás de este síndrome?
En el día a día, algunas de las formas en las que suele manifestarse son:
- Te sentís incompetente, un fraude absoluto, lo que suele generar una especie de temor a ser “descubiert@”.
“¿Qué estoy haciendo yo acá?” . “Seguro que en algún momento se dan cuenta de que no era a mí a quien tenían que llamar para este trabajo”.
- Tenés la convicción de que vas a hacerlo todo mal, dudás de tus propias capacidades.
“Seguro que en este examen me bochan” (cuando te sacaste 9 en los anteriores, y leíste toda la bibliografía).
- Se te hace difícil aceptar elogios y agradecimientos. Te quitás méritos, incluso cuando otros los reconocen.
“No era gran cosa, era un trabajo sencillo” (¡aunque te hayas quedado varias noches sin dormir para terminarlo!)
- Infravalorás tu experiencia y tus conocimientos.
“No creo estar capacitad@ para liderar esa área” (¡aún cuando trabajás allí hace siete años y tenés una Maestría en el tema!)
“Tampoco es algo de otro mundo, lo que yo hago lo podría hacer cualquiera con un poquito de preparación.”
–Lo logrado nunca está lo suficientemente bien hecho (¡Perfeccionismo Alert!)
“Como no me dí cuenta que la letra de esa presentación no se veía tan clara…» (sin importar las felicitaciones de todos por tu exposición… ¡y que nadie lo notó!)
–Si algo no sale al primer intento, lo sentís como un refuerzo de tu poca capacidad (¡y no como parte del proceso!)
“Yo sabía que no tenía que dedicarme a esto, soy un fracaso.”
¿Qué estrategias podemos desarrollar para minimizar los efectos de este síndrome, y así evitar que nos lleve a perder oportunidades valiosas o nos detenga cuando algo no sale como esperábamos?
- ¡No subestimar los logros ni el rol determinante que tu mérito seguro ha tenido a la hora de alcanzarlos! Si te felicitan por algo que hiciste, no le restes valor (“no fue tan complicado”, “era una pavada”) ni sientas vergüenza. Aceptá y ejercitá el decir “gracias” por ello.
- Chequeá con que vara te medís. Cuando pensás que “no soy lo suficientemente…”: ¿Cuáles son las expectativas? ¿Con qué o quién nos estamos comparando?
- Mentoreá a personas con menos experiencia. ¡Tal vez te sorprendas de lo valioso de tu recorrido y lo mucho que puede sumar tu aporte a la vida de otras personas!
- Resignificá tus errores y “fracasos” como oportunidad de aprendizaje. ¡Que un vínculo o un proyecto haya fallado no significa que seas un fracasos! –> Podés escuchar mi podcast Aprender Del Error® para Transformarnos en Spotify para profundizar.
- Hacé una lista de tus fortalezas y logros. Preguntale también a otras personas. Probablemente te sorprendas de todo lo que encuentres allí que no identificabas o recordabas. -> Sofía Geyer es una experta en temas de Fortalezas!
- Fraccioná los grandes objetivos en más pequeños. Te permitirá ir paso a paso y no sentir el agobio de algo que se ve como enorme e imposible, y hace más manejable esa idea de “no estoy preparad@ para encarar esto tan grande”.
- Empujate a actuar antes de que esté perfecto (¡porque en tu mente, quizás nunca lo esté!). Mejor hecho que perfecto! Podés, por ejemplo ponerte una fecha límite para animarte a hacer o mostrar algo, y que eso se convierta en fuente de aprendizaje.(para quienes somos perfeccionistas, este es un gran ejercicio)
- Animate a compartir con otros lo que te pasa . Rápidamente te vas a dar cuenta de que no sos la/el únic@. Cuando el síndrome del impostor nos ataca de lleno con sus dudas, es más fácil enfrentarlo si hablamos con alguien más que comprenda de qué se trata y nos ayude a ver que nuestros miedos quizás no tengan mucho sustento.
¿En qué formas apareció en vos el Síndrome del Impostor?
¿Qué estrategias estás utilizando para minimizarlo?
Video de la entrevista completa que me realizó Alejandro Gorenstein para Conciencia Elevada: https://www.youtube.com/watch?v=PosU8gABZ30
El hermoso registro gráfico de la conversación que tuve , fué realizado por la genial Aldana Otero (IG: Identykit).
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Ale Marcote es Coach Organizacional y Speaker especializada en el aprendizaje desde errores y fracasos. Directora de Aprender Del Error®, desarrolló un concepto integral de abordaje de los errores y fracasos para la transformación cultural de equipos y organizaciones.
Trabaja como Agile Coach en Procesos de Transformación Digital Corporativa.
Es también facilitadora de espacios de conversación para la equidad de género y el empoderamiento de la mujer.
También “fue” contadora pública, con más de 15 años en experiencia en organizaciones.
https://alemarcote.com/
https://alemarcote.com/aprender-del-error/